ASESORAMIENTO: Fundación Acompañar IG @fundacion_acompanar – Cel. 388 487-2672


Una mañana me levanté con un dolor muy fuerte en la zona de mis axilas y costillas, no le di mucha importancia y seguí con la rutina de mi día. Mientras me bañaba toque el área de mis senos y pude sentir una pelota dura. Recuerdo que salí, me mire en el espejo y después se lo mostré a mi marido, él me contestó que podría ir a la ginecóloga, yo en mi mente pensaba debía tratarse de un quiste o algo similar, algo común.

Pedí el turno más próximo, la ginecóloga palpando aquel bulto me dijo; “Mari hay que pedir una mamografía”. Los resultaron develaron que en apariencia había algo irregular por lo que debíamos pedir un turno con un mastólogo y una biopsia. Recuerdo que en esos momentos ya sentía un miedo difícil de explicar y no quería preocupar a mi familia por lo que lo mantuve en secreto hasta saber bien qué es lo que tenia. Cuando llegó el día de la biopsia tenía mucho miedo porque no sabía si dolía o no, recuerdo que le consulté al doctor y él me respondió; “tranquila no vas a sentir nada” yo confié, pero no puedo explicar el dolor que sentí debido a que él se olvidó de colocarme la anestesia. Pensé bueno me engaño no queda otra que aguantar sin saber que en realidad lo que había sucedido era parte de un claro ejemplo de mala praxis. Cuando llega la hora de ver mis resultados me dije a mi misma “no va a ser nada “recuerdo que el doctor me miro y me dijo que salió todo bien, pero le pareció muy extraño por el tamaño de la pelota y los resultados de la mamografía, por lo que considero que era mejor repetir la biopsia. Yo salí enojada por que en mi mente decía “estoy bien, no tiene sentido, este doctor me quiere enfermar”. Tardé en decidirme, pero finalmente me realicé el estudio, esta vez con anestesia y definitivamente cuando llego la hora del resultado era cáncer.

No sabía que sentir, en mi mente todo me decía “vamos a estar bien, no pasa nada es como un resfriado, hacemos los tratamientos y ya está”. El médico pidió una mastectomía y sin dudar me entregue a la operación. Cuando salí, puse la mejor de las sonrisas en mi rostro. La primera vez que vi mi cicatriz fue duro, lloré, pero también reconocí que esta era mi nueva yo, había muchas cosas que tenía que cambiar, hace años que no me dedicaba tiempo, que estaba en lugares que ya no me hacían feliz y que me ocupaba de todos siempre dejándome de lado. El paso siguiente fue comenzar con la quimioterapia, las primeras fueron tranquilas no sentí nada, al pasar las sesiones comencé a dialogar con otras pacientes, nos hicimos confidentes, no faltaban las risas y las palabras de aliento.

Los efectos secundarios de la quimioterapia comenzaron a aparecer, los estados de anemia por intoxicación y la debilidad muscular, entonces mi médico me recomendó hacer algo de actividad física para ayudarme a desintoxicar. Mi marido trabajaba en al área de deporte de la municipalidad que quedaba en el parque San Martín, entonces empecé a acompañarlo por las mañanas. Mientras caminaba por el parque observaba y pensaba en todo lo que estaba transitando, vi un grupo de mujeres haciendo yoga en el parque, al aire libre y recuerdo que me dije; “esto necesito yo, esto necesitamos todas”. Así fue como me propuse organizar un grupo, buscar un lugar y juntar estos talleres gratuitos para todas las pacientes que estén necesitando y transitando por lo mismo que yo. Cuando te diagnostican cáncer uno siente que está muy solo, yo tenía a mi familia y amigos conmigo, pero siempre sentía ese vacío porque ellos no sentían lo que yo y aunque me animaban en realidad sé que no comprendían que es lo que estaba pasándome. En ese grupo de compañeras donde todas transitábamos por lo mismo pudimos encontrar esa mano, esa espalda, ese oído de estoy pasando por lo mismo y no estás sola.

Pude lograr la aprobación y encontrar apoyo después de moverme por muchos sectores y formamos el GRUPO ACOMPAÑAR el cual tiene por lema “acompañar es la mejor medicina“ nos reuníamos dos veces a la semana y mientras merendábamos compartíamos actividades que nos ayudaban a poner nuestro dolor y miedo en otro lugar, recuerdo que siempre les decía vamos chicas “la vida es bella , si se puede“ y nos reíamos de saber que habíamos encontrado el verdadero significado de vivir y sanar, el cual se nos presentó en forma de amor y compresión .

Si me preguntan que es sanar yo les contesto lo siguiente:

El cáncer es una enfermedad muy cruel, que te quita mucho, te hace sentir cansada, segura de que ya no queda nada, te pide a gritos que bajes los brazos e incluso te afirma que esa es la única solución, que no sos fuerte. Te hace perder la fe y odiar al amor, te consume por dentro y te destroza por fuera. ¡Si! ese es el perfil del cáncer. Se presenta como si fuera dueño de tu vida. Pero este no viene solo, aparece con un enemigo que se llama lucha. La lucha que te dice: ¡Si! el cáncer es eso, pero yo soy esto, yo si puedo, yo si tengo fe, yo soy fuerte y aunque me consuma me construiré una y mil veces renaceré del barro como una flor de loto y de las cenizas como el fénix.

Porque esa guerra con título de resiliencia es la que una persona habitada por el cáncer tiene que enfrentar, una lucha que tiene como jefe de batalla a la persona que lo padece y como escuadrón a la familia, amigos , seres que simplemente nos ayudan con sus armas de sostén y comprensión o en otros casos es uno mismo quien representa su escuadrón, no importa, lo mismo es una pelea que muchos tienen pero pocos ganan y  ganar la batalla contra el cáncer no es superar la enfermedad físicamente, en realidad uno solo puede afirmar que venció si conoce el significado de trascender, de dejar atrás ese miedo inevitable de morir por el sueño inalcanzable de vivir. Ganar esta batalla es soñar con reinventarse, con desarmarse y construirse una y otra vez. Ganaste el cáncer cuando lo invitaste cordialmente a que se retire porque la dueña de tu alma sos vos. Y esté presente o no, de eso jamás se apropiará. Conocer el verdadero significado de la vida, ese es el premio del verdadero triunfador. Ganar no es sanar físicamente, es trascender. En alma y en espíritu.

En memoria de María Fermina Cuezzo; Escrito por Nazarena Coronel y Editado por Tatiana Belén Medina

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