ASESORAMIENTO: Lic. Mariana Rodriguez -Psicopedagoga. MP. 147 –  Contacto. 388-4449230.

El aprendizaje en la primera infancia es un proceso único y personal. Cada niño y niña transita su desarrollo a su propio ritmo, explorando el mundo de maneras diferentes. Como adultos, nuestro rol es acompañar este recorrido de forma respetuosa, sin invadir ni apresurar los procesos naturales.

Para que el aprendizaje sea significativo, es fundamental crear un entorno donde los niños puedan desarrollar su autonomía, tomar decisiones y resolver desafíos por sí mismos. Esto no significa dejarlos solos, sino estar presentes con una actitud de escucha y respeto por sus tiempos individuales despojándonos de juicios y prejuicios.

El aprendizaje como un proceso personalísimo

Cada niño tiene su propia manera de descubrir el mundo. Algunos aprenden a través del movimiento, otros mediante la observación y muchos mediante la repetición. Es importante comprender que no todos siguen el mismo ritmo ni responden de la misma forma a los estímulos.
Acompañar el aprendizaje implica observar y reconocer las necesidades individuales de cada niño, sin forzar logros ni comparar con otros. En lugar de imponer tiempos o expectativas externas, podemos confiar en que cada uno encontrará su camino si cuenta con el espacio y el apoyo necesario.

El rol del error en el aprendizaje

En este camino, el error es una pieza clave. Muchas veces, los adultos tendemos a corregir inmediatamente cuando un niño se equivoca, con la intención de ayudarlo. Sin embargo, el error no es un obstáculo, sino una oportunidad para el aprendizaje ya que permite volver a pensar crear nuevas posibilidades. Si un niño intenta armar una torre de bloques y se cae, en lugar de decirle cómo hacerlo correctamente, podemos invitarlo a reflexionar: “¿Qué pasó? ¿Cómo podrías hacerlo diferente?” De esta manera, le damos la posibilidad de encontrar su propia solución y fortalecer su capacidad de análisis y de resolución. “Cuando los niños entienden que equivocarse es parte del proceso, desarrollan confianza en sí mismos y una actitud más abierta hacia el aprendizaje”.

Favorecer la autonomía sin invadir

Uno de los mayores regalos que podemos ofrecer a los niños en su proceso de aprendizaje es la posibilidad de hacer por sí mismos. La autonomía no se trata solo de “hacer solo”, sino de sentirse capaz y seguro para explorar, tomar decisiones y enfrentar pequeños desafíos. Pequeña gran práctica, decile a tu hijo o hija “confío en vos” y vas a ver su carita transformarse e iniciar cada actividad con otra actitud. (valido para todas las edades las veces que sean necesarias).

Para fomentar la autonomía, podemos:

  • Darles tiempo para intentar resolver situaciones antes de intervenir.
  • Evitar la corrección inmediata y permitir que encuentren sus propias soluciones.
  • Brindar oportunidades para que participen en actividades cotidianas, como vestirse, guardar sus juguetes o elegir su ropa.

Cuando los adultos intervienen en exceso o resuelven todo por el niño, le quitan la oportunidad de descubrir sus propias habilidades. En cambio, cuando acompañamos con paciencia y confianza, le damos herramientas para desenvolverse con seguridad en su entorno.

El valor de la espera y la observación

Acompañar sin invadir también significa aprender a esperar. No siempre es necesario intervenir cuando un niño enfrenta un desafío. Observar sin apurarse permite que el niño explore y encuentre estrategias propias para resolver situaciones.
Un ejemplo claro ocurre cuando un niño intenta ponerse las zapatillas. Si el adulto, por impaciencia, lo hace por él, le quita la posibilidad de aprender. Si en cambio le da tiempo, anima y ofrece ayuda solo si la solicita, tu hijo o hija irá adquiriendo confianza en su propia capacidad.

Respetar los tiempos individuales

Uno de los mayores desafíos en la crianza y educación es aceptar que cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje. A veces, la ansiedad por ver avances nos lleva a forzar procesos que aún no están listos para darse.
Un niño que aún no habla tanto como otros de su edad o que necesita más tiempo para dejar el pañal o que se muestra inseguro ante ciertos desafíos no está “atrasado”. Simplemente está transitando su propio proceso. Respetar sus tiempos significa brindarle el acompañamiento necesario sin apresurarlo ni mucho menos etiquetarlo.
Es clave recordar que el aprendizaje no es una competencia ni una carrera. Cada niño desarrollara habilidades en momentos distintos y de maneras diferentes. La confianza en sus capacidades y el respeto por su proceso son fundamentales para que aprenda sin presiones ni miedos.

El juego como herramienta de aprendizaje

El juego es la actividad principal en la primera infancia y la vía más natural para aprender. A través del juego, los niños experimentan, crean, resuelven problemas y expresan sus emociones.
Es importante permitirles jugar libremente, sin dirigir cada actividad o buscar siempre un “resultado”. Cuando los niños juegan, están construyendo conocimientos, explorando su mundo y desarrollando habilidades esenciales para la vida.

El juego y la construcción del pensamiento

Además, el juego les da la oportunidad de repetir ciertas acciones una y otra vez. Esta repetición no es un capricho ni una pérdida de tiempo, sino una manera de afianzar lo aprendido y dar sentido a sus experiencias.
Como adultos, podemos acompañar el juego sin interferir demasiado, observando y dejando que sean ellos quienes marquen el ritmo y las reglas de su propio aprendizaje.

El rol del adulto en el aprendizaje infantil

Acompañar el aprendizaje no significa dar todas las respuestas, sino habilitar el espacio para que los niños encuentren sus propias soluciones. Un adulto que guía con paciencia, que observa antes de intervenir y que respeta los tiempos individuales genera un ambiente de confianza y seguridad. Un adulto que se permita jugar conectar con su niño y mirar desde ahí.

Algunas formas de acompañar sin invadir incluyen:

  • Brindar apoyo cuando es necesario, pero sin adelantarse a resolver cada dificultad.
  • Fomentar la exploración y el descubrimiento en lugar de imponer respuestas.
  • Validar los intentos y esfuerzos en lugar de centrarse solo en los resultados.
  • Ofrecer un marco seguro para que el niño se anime a probar y equivocarse sin miedo.

Cuando el aprendizaje se da en un ambiente de respeto, sin presiones ni exigencias desmedidas, los niños pueden desarrollar confianza en sí mismos y en su capacidad para afrontar nuevos desafíos.

Para concluir, acompañar el aprendizaje en la primera infancia es un arte que requiere paciencia, respeto y confianza en el niño. Más que enseñar, nuestro rol es crear las condiciones para que el aprendizaje ocurra de manera natural, permitiendo que cada niño transite su propio camino con seguridad y autonomía. Respetar los tiempos individuales, fomentar la autonomía sin invadir y ofrecer un entorno de juego y exploración son claves para que disfruten del aprendizaje y construyan una relación positiva con el conocimiento.

Cada niño y niña es único y merece ser acompañado desde su propia singularidad. Nuestro desafío como adultos es estar presentes sin interrumpir, sostener sin sobreproteger y confiar en que, con el apoyo adecuado encontrarán su propio ritmo para descubrir el mundo.

Dejá un comentario