Martín Iturburu, Licenciado en Psicología, Magister en Salud Metal.

Hace pocos días nos visitó Alicia Stolkiner, Psicóloga, Especialista en Salud Pública y docente de posgrados en Salud Mental; de su disertación tomo el hablar de salud mental como sufrimiento psíquico y no tanto como patologías, porque hacer pausa en el sufrimiento psíquico nos permite comprender que las personas podemos sentirnos mal, afectados anímicamente, por cualquier aspecto de la vida cotidiana y no sólo por presentar signos y síntomas compatibles con una “enfermedad mental”. Poniendo el acento en este punto, soy coherente y abarcativo con los distintos motivos de consulta que se registran día a día, como también incluyo una visión cada vez más aceptada por los profesionales de la salud y la población en general, que ante cada “enfermedad orgánica”, hay sufrimiento psíquico en el padeciente y en su familia, por lo que suelen indicarse interconsultas con psicología en distintos servicios de internación, públicos o privados.

Proponerles la perspectiva de lo mental como sufrimiento también contempla el hecho mismo de estar vivos, pues un aspecto importantísimo del ánimo de las personas es encontrar “sentido” a nuestras vidas a cada paso que damos. Para cerrar la idea, señalemos que esto sucede tanto por la afectación de cada uno de nosotros, como también por lo que pueda sucederles a nuestras parejas, hijos, familia de origen y afectos en general.

Poner estas consideraciones a la reflexión de los lectores, es a los fines de fundamentar el motivo por el que puede ser muy importante la participación de quienes trabajamos en salud mental en programas de radio, televisión o streaming; pues lo que podamos explicar e informar a la población en relación a nuestro trabajo y cómo algunos aspectos de la vida cotidiana afectan el ánimo de las personas, pueden servir para la detección de alguna de esas problemáticas, la toma de consciencia de situaciones de riesgo y la prevención, pues el conocimiento brinda herramientas de acción más efectivas. Las personas informadas van a proceder con más seguridad ante la adversidad, que cuando se desconoce y/o interviene afligido por la urgencia.

Siguiendo una línea abarcativa e inclusiva de ver la salud mental, considero y trabajo pensando que lo importante es la salud de las personas, esto me lleva a sugerir a quienes consultan, otras formas de psicoterapia a la que uno sigue si es que lo considerara fructífero para la situación, como también impulsar que experimenten deportes, lectura, escritura, música y el contacto con la naturaleza… cualquier aspecto de la vida cotidiana que pueda actuar como herramienta en la construcción de la salud es válida, como dije antes, lo importante es que cada uno/una este mejor.

Considero necesario expresar con claridad y en concordancia con lo ya expuesto, que la salud de cada uno debe tomar en cuenta la salud y/o el bienestar de los demás, pues el hecho de que nuestra situación sea óptima, no disminuye o alivia la angustia y preocupación de un ser querido que no lo está, como tampoco de nuestras mascotas o de una noticia que nos conmueve. Es decir, nuestros afectos (bienestar) requieren de cierta armonía con uno mismo y con todo lo que nos importa para que hablemos de salud mental.

La experiencia de trabajo, habiendo hecho distintas tareas en el ámbito hospitalario, porque la salud pública siempre va a ser más exigente que el ámbito privado (con esto no estoy comparando sufrimientos, sino la diversidad de tareas que uno emprendió en nombre de lo público), me lleva a concebir que nuestra gente necesita de todos y cada uno/una de nosotros, bregando por un hoy y un mañana mejor. No hay salud sin todos/as siendo parte de esa construcción, como no hay salud y bienestar, con gente excluida de ese estado. Pensemos sencillamente que, si hemos experimentado la plenitud, ha sido justamente porque en ese momento estábamos convencidos de que hasta los ya fallecidos estaban presentes en ese momento de felicidad.

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