Actualmente, resulta alarmante la evidencia que han arrojado diversos estudios sobre los efectos negativos que puede tener la exposición prolongada a la tecnología en el desarrollo del lenguaje y la comunicación en niños pequeños. Y es que, investigaciones recientes han encontrado una correlación significativa entre el uso excesivo de pantallas —como tabletas, teléfonos móviles y televisores— y retrasos en la adquisición del lenguaje, especialmente durante los primeros años de vida, una etapa crítica para el desarrollo cognitivo y lingüístico.

Uno de los estudios más sólidos hasta la fecha, publicado en JAMA Pediatrics en 2023, analizó a más de 7.000 niños en Japón y concluyó que los bebés de un año expuestos a más de cuatro horas diarias de pantallas tenían hasta cinco veces más probabilidades de presentar retrasos en el
desarrollo de la comunicación y la resolución de problemas a los dos años, y más del doble de probabilidades a los cuatro años.

Estudios científicos han demostrado que el tiempo excesivo frente a pantallas se asocia con un vocabulario reducido, menor capacidad de expresión verbal y dificultades en la comprensión del lenguaje. Esto se debe, en gran parte, a la disminución en la interacción cara a cara con adultos y otros niños, la cual es fundamental para el aprendizaje del lenguaje. A diferencia de la interacción humana, los dispositivos electrónicos no proporcionan el feedback necesario para estimular el desarrollo lingüístico.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido directrices claras al respecto; recomienda que los niños menores de 3 años no tengan ningún tipo de contacto con pantallas, y que aquellos entre los 3 y los 5 años no las utilicen por más de una hora al día.

Estas recomendaciones buscan proteger el desarrollo integral del niño, ya que el uso excesivo de pantallas no solo afecta el lenguaje, sino que también puede provocar problemas en otras áreas del desarrollo, como la atención, la calidad del sueño y la salud física y emocional.

En la actualidad, se observa que muchos niños, incluso bebés, aprenden a manipular dispositivos tecnológicos —como encender, apagar, reproducir o pausar videos— antes de adquirir habilidades básicas del lenguaje, como pedir agua.

Es importante fomentar juegos en grupo e interacciones con otras personas para enriquecer el lenguaje y vocabulario de niñas y niños.

Una fuerte correlación entre el tiempo que los padres pasan frente a dispositivos electrónicos y el tiempo que lo hacen sus hijos, especialmente durante las comidas y antes de dormir. Evidencia de que el uso excesivo de pantallas tiene efectos negativos en múltiples áreas del desarrollo infantil,
incluyendo el sueño, la salud cardiovascular, la alimentación y hasta la estructura cerebral.

Un llamado urgente a los gobiernos, al sistema educativo y a las familias para establecer políticas y hábitos saludables que regulen el uso de pantallas en la infancia y adolescencia.

En conclusión, es fundamental que los adultos —padres y madres, cuidadores, docentes y profesionales de la salud— tomen conciencia de la importancia de limitar el tiempo de exposición a pantallas en los primeros años de vida.

ASESORAMIENTO: Lic. Ana Laura Domínguez MP 1253 – Fonoaudióloga esp. neurolingüística. Estudios auditivos en bebés y niños.

  • CLÍNICA NTRA. SRA. DE FÁTIMA (Palpalá) – Cel +54 9 3884724570
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